sábado, 10 de julio de 2010


Dijo Ibn ‘Abbâs: «Yo me atavío para mi mujer como ella lo hace para mí y no me gusta excederme en conseguir los derechos que yo tengo para que ella tampoco lo haga con respecto a mí. Dice Al·lâh, Enaltecido sea: [Y ellas tiene tantos derechos como deberes]». Un día vino al Califa ‘Omar, que Al·lâh esté complacido con él, un hombre con una apariencia
muy sucia y muy desordenada, con su mujer que le dijo: «¡No quiero quedarme con él!». Omar supo que la mujer no aguantaba a su marido. Entonces mandó al hombre para que se duchara y se cortara el pelo y las uñas. Y cuando regresó el hombre, su mujer se quedo sorprendida y no lo reconoció al principio, pero tras asegurarse de que era su marido, se acercó a él, lo besó y cambió de opinión. Anuló su petición de divorcio.
Entonces, dijo Omar: «¡Hombres! Engalanaos para las mujeres, pues juro que a ellas les gusta que os engalanéis tanto como os gusta a vosotros verlas engalanadas.»

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